¿HA PERDIDO LA FILOSOFÍA EL CONTACTO CON LA GENTE?
W. V. P. Quine (1979)
El título de este artículo podría ser tema de
un fascinante debate filosófico o de una encuesta en la Universidad. En ese
caso, mucho me temo que la Filosofia no saldría muy
bien parada, tal como se ha degradado en los últimos tiempos el valor de las
humanidades en la vida académica y en la vida pública.
A la pregunta "qué es esa cosa llamada
filosofía", que denota ya un cierto escepticismo, Quine continúa con la opinión del profesor Adler, al que nombra en cuatro
ocasiones. Adler considera que la filosofía, debido a los cambios que ha
sufrido en las últimas décadas, "ya no se dirige al hombre corriente ni
afronta problemas de amplio interés humano".
Efectivamente
Mortimer Adler concibió un ambicioso proyecto de una serie de volúmenes en los
que ofrecía una sistematización de los grandes libros y las grandes ideas de la
tradición occidental. Y para llevar a cabo esta ideología armonista fundó La
Academia Radical: "un foro abierto a la
discusión que da la bienvenida a todos para debatir las cuestiones", pero
que a la vez "se opone intelectualmente a algunos dogmas filosóficos, que
en opinión de la Academia, cuando se aplican a los asuntos humanos corrientes
contribuye a su manera al incremento de las tonterías
filosóficas".[1] Algunos de estos dogmas filosóficos serían el
"Escepticismo universal", el "Idealismo metafísico", el
"Cientificismo", el "Politicismo", o el "Relativismo
moral".
Ignoro si Quine comparte las mismas convicciones de Adler y su visión negativa de
algunas tendencias filosóficas, pero pone de manifiesto la unidad y
universalidad que a lo largo de la historia ha existido entre la filosofía y el
avance científico, que respondía a la búsqueda de una concepción organizada de la realidad. Y ahora, si bien la filosofía
científica se ha desarrollado como una ciencia seria tanto en la Lógica formal
como en la naturaleza del Lenguaje, ello no implica apartarse de otras
cuestiones más serias, pero que ahora deben ser
abordadas de forma nueva y no desde nociones tradicionales.
Pero la filosofía lingüística, aunque no
necesariamente interese al hombre corriente, corre el riesgo de ser una
filosofía de aficionados por la falta de calidad y competencia profesional, aunque estén escritos inspiradamente. Y esto es lo que
Quine critica. De hecho, afirma que los filósofos en sentido profesional no
tienen idoneidad para escribir inspiradamente, lo que eras más propio de la
novela.
Si bien Adler tenía una visión crítica del giro de la nueva filosofía y concretamente del
cientificismo, Quine parece abogar por una filosofía de carácter profesional,
que no tenga pretensión de consolar a nadie, y cuyo motor sea únicamente la
curiosidad intelectual. Esto es lo que parece querer
decir cuando afirma "Sophia sí, philosophia no necesariamente".
Pero este no deja de ser un final en cierto modo
desilusionante para el lector, pues una vez reconocida la gran aportación de
los grandes filósofos a lo largo de la historia y sus logros inconfundiblemente filosóficos, separar la filosofía de la
sabiduría significaría claudicar ante la afirmación de que la filosofía ya no
es capaz de "afrontar problemas de amplio interés humano".
Sería
entonces dejarla en manos de los "filósofos" chiflados, de tendencias frívolas.
Me parece más interesante transcribir una
postura mucho más positiva, de Alejandro Llano, que parece aunar tanto el rigor
filosófico que busca Quine, como las grandes ideas de la tradición occidental
que pretende Adler.
"Por mi parte, he
huido como del demonio de los intentos de separar la filosofía de la vida, es
decir, de la realidad humana. Por eso me siento cada vez más lejos del
academicismo filosófico, aunque valore y procure cultivar la seriedad de la
investigación que se atiene al rigor académico".
[2]
En suma, el hecho de que la filosofía esté en
contacto con la gente no está reñido con la erudición ni con la investigación
seria. Pero fundamentalmente el filósofo que tiene algo que decir debe
compartirlo, y tendrá mayor fuerza su argumento en la
medida en que ese algo sea verdadero. A este filósofo le traerá sin cuidado el
éxito fácil o la especulación de los chiflados, porque en esta apertura
generosa que se expande en el tiempo dejará una huella profunda en otros, y
nunca se quedará solo.
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